!!! Bienvenido ¡¡¡

Gracias por entrar. Antes de irte, echa un vistazo y comparte con nosotros. Nos interesa conocer todo lo que quieras compartir. ¿Has hecho algún descubrimiento deslumbrante? ¿Una película, un poema, un cuadro, un disco? ¿Una ciudad, un paisaje? Ábrenos una ventana y nos asomaremos.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Otoño en El Retiro

Camino por las alamedas desiertas de El Retiro una tarde de otoño. Me cruzo con poca gente. Una chica joven pasea a sus perros; un hombre de mediana edad, con una toalla enrollada al cuello, me sobrepasa haciendo footing; una pareja de japoneses hace fotos a los árboles y me sonríen con complicidad al verme tras la cámara. Y poco más. Bien es cierto que procuro elegir los caminos solitarios. Me gusta perderme en este jardín, escuchar el sonido de mis pisadas sobre las hojas. Me gusta dejarme mecer por esta blanda melancolía.

































Busco un banco en una zona más abierta y me siento a leer. He venido cargando con las más de mil páginas de Vida y destino, la novela de Vasili Grossman. Siento hacia la literatura rusa un amor incondicional, una simpatía profunda y espontánea que no me despiertan a priori otras literaturas. Tengo la convicción de que a rusos y españoles nos hermana una cierta identidad. Lo siento así respecto al arte, la literatura y, sobremanera, en la música.













Leo: "En estos tiempos terribles en que la locura reina en nombre de la gloria de los Estados, las naciones y el bien universal, en esta época en que los hombres ya no parecen hombres y solo se agitan como las ramas en los árboles, como piedras que arrastran a otras piedras en una avalancha que llena los barrancos y las fosas, en esta época de horror y demencia, la bondad sin sentido, compasiva, esparcida en la vida como una partícula de radio, no ha desaparecido".













Más adelante: "Esa bondad, esa absurda bondad, es lo más humano que hay en el hombre, lo que le define, el logro más alto que puede alcanzar su alma. La vida no es el mal, nos dice."















Comienza a refrescar. Siento un placer casi físico aquí sentada, en silencio, sola. Cuando el frío me levanta del banco camino hacia el Palacio de Cristal. Ya os he hablado de este edificio en otra entrada, cuando compartí con vosotros otro paseo por El Retiro. Pero entonces era verano, en las praderas almorzaban las familias sentadas en la hierba, las parejas se besaban por los rincones y había una algarabía de niños y pájaros muy lejos de la quietud que ahora se respira.













Poco a poco va cayendo la tarde. Se encienden las farolas. Entre sombras, los espacios de luz anaranjada crean ámbitos mágicos junto a los árboles. Me cuesta dejar el parque, pero despacio voy caminando hacia la salida, al fondo la Puerta de Alcalá ya adornada. Se acerca la Navidad.

1 comentario:

  1. Escribes estupendamente mamá. Ojalá que (parafraseando) la bondad sin sentido, compasiva, esparcida en la vida como una partícula de radio, no haya desaparecido. Y que esa bondad, esa absurda bondad, sea lo más humano que hay en el hombre, lo que le define, el logro más alto que puede alcanzar su alma.
    A ver si eso se traduce en la vida real, en el cotidiano que me rodea. A veces me planteo dejar de ser tan buena, a ver si así los que me quieren y se relacionan conmigo son más comprensivos, compasivos y tolerantes. A lo mejor funciona así. Ojalá pudiera hacerlo. Pero los demás no devuelven la comprensión, el respeto por sus decisiones y la tolerancia que yo tengo. ¿tú que piensas mamá? ¿Debería comportarme con el mismo intrusismo que la gente que me quiere? Tengo que planteármelo seriamente.

    ResponderEliminar