De origen húngaro, como el propio Capa, tuvo que abandonar su país cuando los nazis se hicieron con el poder, recorrió Europa y vino a instalarse a España, donde desarrolló la mayor parte de su trabajo. Captó como pocos la realidad de nuestro país, retrató a artistas e intelectuales de su época (abro con uno de los retratos que realizó a Pio Baroja, en esta ocasión paseando por El Retiro madrileño, en 1950), y terminó afincándose en Andrín, un precioso pueblo de la costa oriental de Asturias, donde tuve la suerte de conocerle y tratarle. Un hombre amable, humilde y acogedor, del que guardo un recuerdo entrañable.
"Müller es el fotógrafo que domesticó la luz", afirmaba Ortega y Gasset. En unos días podremos disfrutar de su obra.
No repetire que te envidio, ya lo sabes. Esperare a que nos traigas hasta aqui su obra para conocerla, lo que he visto por la red me ha encantado. ¿No has huido de la brisa que recorre las calles de Madrid?. Un beso, guapa.
ResponderEliminarAtravieso Madrid corriendo cual centella galopante, con una mascarilla y tapones en los oídos. Esta mañana comentaban en la radio que todo Madrid estaba repugnante, excepto los alrededores del Palacio de Correos, donde la Exma. Sra. ingenia sus tropelías. El grado de cinismo de nuestros mandatarios es estratosférico.
EliminarHablando de cosas agradables, ya te contaré de la exposición de Nicolás Müller. Un beso grande