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viernes, 8 de noviembre de 2013

Un día casi perfecto

Ayer me planté un jacinto. Quiero decir, me hice un regalo: me regalé el día. Os lo voy a contar. La jornada comenzó como siempre: gimnasio, desayuno con los periódicos; pero después de las abluciones de rigor y de dejar "mi casa sosegada" (como decía un poeta, quizá Rosales, no recuerdo), hice caso a Benedetti (hoy, como veis, estoy inspirada) cuando escribió fabulízate de una vez por todas/ métete en tu ropita nuevamente/ mundízate milágrate y entonces/ apróntate a salir y a salpicarte/ calle abajo novada y renovada y me sumergí en la vorágine de la ciudad que estos días parece un vertedero, los transeúntes esquivando mondas de naranja, plásticos e inmundicias varias, con su panoplia de olores nauseabundos (regalo de la señora Botella, Alcaldesa por mor de su santo esposo, que vive en la pulcrísima Moraleja y viaja en coche oficial hasta el Palacio de Correos, con cristales ahumados no sea que las basuras esparcidas por la acera ofendan su aristocrática mirada), a punto de estallar. Me mezclé, y caminé hasta la calle Princesa, haciendo un alto en la verja del Palacio de Liria, para cotillear.












El Palacio está rodeado de una alta valla que hurta el jardín a la mirada curiosa, pero encontré un resquicio por donde asomar la nariz. Y muy cerca topé con esta casa de pisos cuyos balcones decoró el genial Mingote, alguno de cuyos regalos a la ciudad traje a Mi casa. Aquí tenéis a Baco, dispuesto a sacarle a la vida todo su jugo, y a la Venus del espejo, disfrutando se su propia belleza. Dos ejemplos a seguir.















Comí en una taberna vasca sita en una bocacalle de princesa, El Pimiento Verde, unas alcachofas fritas y una tortilla de bacalao exquisitas (muy recomendable). Todavía no resulta muy frecuente encontrar a mujeres comiendo solas y debí resultar pintoresca para un grupo de señores sentados a mi lado que no me quitaron ojo durante el almuerzo. Les interesó mi comida, el libro que leía y mi conversación con la camarera. En fin.











Después de comer, doble sesión de cine: La herida, de Fernando Franco, y Gloria, de Sebastián Lelio. Dos películas sobre mujeres de las que os hablaré uno de estos días. Y entre una y otra un café en la librería Ocho y medio, uno de los lugares más deliciosos para los amantes del cine, donde se pueden encontrar, además de libros y alguna película mítica, guiones originales, posters y objetos varios, todos relacionados con la cinematografía. Lo peor, dos euros veinte céntimos por un mísero café con leche. Un robo a mano armada. Lo doy por bueno si así logra sobrevivir un lugar tan encantador. Un día casi redondo.













6 comentarios:

  1. Qué envidia. Hace tiempo que quiero dedicarme un día. Te juro que no te copio y que es cierto que llevo tiempo pensándolo. Pero me es imposible, obligaciones laborales y familiares mandan, aunque me he jurado a mí misma que algún día, eso, el día, será sólo para mí. Cuando lo consiga, te lo cuento. Yo estoy segura que ni me lo creeré.

    Un lujo de día el tuyo. Felicidades :-)

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    1. Gracias preciosa. Pues nada, un día te pones en huelga y te plantas un jacinto sin encomendarte a Dios ni al diablo. Hazlo, y que salga el sol por Antequera. Y cuéntamelo, sí. Me encanta verte por aquí. Un beso enorme

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  2. Una giornata particolare. Es un placer leerte y compartir tus pequeños grandes momentos, Sol. Sana envidia.

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    1. Gracias amigo mío. Más placer me reporta a mí contemplar tus fotos, te lo aseguro. Aunque en mi caso la envidia es totalmente malsana. Muchos besos

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  3. Me ha encantado la narración que haces de tu día casi perfecto (el perfecto total llegará, lo sé bien) y quiero hacértelo saber con toda mi efusión. Ya sabes que las cosas buenas, especialmente, siempre las exteriorizo para no tener que pensar algún día: tenía que haber dicho esto y esto y esto pero, no sé porqué, me lo callé.
    Pues bien, esta misma tarde en un maravilloso otoño escurialense, plantaré un cercadito de jacintos en tu honor y lo festejare escuchando a un gran pianista en su casa, picatostes en el Miranda y velada super divertida en el Croche.
    Mil besos, tantos como los colores de las hojas en nuestro queridisimo otoño.

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    1. Pues tu día no está tampoco nada mal. Pero te cuento mi tarde, para que te de un poco de envidia: Maria Joao Pires y las Variaciones Goldberg en el Auditorio. Por cierto, si ves a nuestra amiga común, que la verás, le das besos de mi parte. Disfruta muchísimo. Besos

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