La exposición África, objetos y sujetos organizada por el Centro Cultural Cajastur en el Centro de Arte del Teatro Fernán Gómez de Madrid es sencillamente extraordinaria, cita obligada para todo interesado en la cultura del continente negro. En palabras del comisario de la muestra, Francisco de Santos, su objetivo es "profundizar en el conocimiento de diferentes objetos relacionados con el mundo de las creencias tradicionales y con los símbolos de poder en una amplia selección de culturas africanas, relacionándolos con los sujetos que las han producido para diferentes propósitos, así como mostrar las las circunstancias históricas, sociales y económicas en las que se desenvuelven los individuos y colectividades con dichas manifestaciones materiales."
El conjunto de objetos que se muestran es impresionante, tanto en cantidad como en calidad, tanto por su valor estético como documental. Se articulan en torno a dos de las principales preocupaciones de los africanos: las creencias y los símbolos de poder. Así, nos encontramos con tallas relacionadas con el culto a los antepasados; figuras de poder utilizadas para combatir el mal; máscaras; muñecas de la fertilidad; objetos funerarios y bastones de mando, entre otros. Tampoco el África contemporánea es ajena a la muestra. El recorrido por la exposición resulta una experiencia apasionante.
Muchos objetos han llamado mi atención, entre ellos estas muñecas de la fertilidad de las que os hablaré hoy. Para las africanas estos juguetes trascienden su significación lúdica para convertirse en depositarios de un poder mágico y religioso, íntimamente unido a la fertilidad. Según nos indican Maria Arminda Miranda y María de Rosário Martins, en toda África existen diferentes ritos de iniciación, símbolos y prácticas relacionadas con el matrimonio, la fertilidad femenina y el nacimiento. "En algunos casos, las muñecas son conservadas y transmitidas entre familias, de madres a hijas y, a veces, de la hermana mayor a la menor. El matrimonio no se considera consumado si la esposa tarda en quedar embarazada, pudiendo incluso ser devuelta a su familia de origen." Son, pues, elementos mágicos y educativos.
Estas piezas que os muestro provienen de Angola. Como veis, para su concepción utilizan los materiales que encuentran a mano: una mazorca de maiz, botones, cuentas de vidrio, cuerdas, retales de tela, maderas, piedras. La primera que os ofrezco, arriba a la izquierda, proviene de los Chokwe. Está hecha con calabaza, cañas, fibras vegetales y un botón y trata de representar el peinado que utilizan las mujeres. A su derecha una muñeca también angoleña, proveniente de los Kwamatwi, confeccionada a base de cera de abeja aglomerada sobre una rama de doble punta. Representa a una joven esposa con su vestimenta, las joyas de perlas y el peinado. Las niñas las llevaban sujetas al cuerpo y eran tratadas como auténticos niños, y su finalidad es no solo peparar a las niñas para la maternidad como presentarlas a la sociedad como futuras esposas.
También proviene de Ángola la siguiente, de madera, fibras vegetales, perlas, metal, botones, tejidos y piel. Las fibras están montadas sobre un núcleo de madera. La melena está compuesta por pelo trenzado. Esta muñeca, de nombre Tyiambo formaban parte de la herencia familiar y era entregada por las madres a sus hijas en el momento de casarse. El nuevo marido cambiada entonces el nombre de la muñeca que se convertía en el primer hijo del matrimonio. La mujer la llevaba sujeta a la cintura y tenía como objetivo mejorar su fertilidad. A la derecha, una muñeca con forma de falo, del sudoeste de Ángola, realizada a partir de una madera cilíndrica revestida de cordones de fibra vegetal, adornada con cuentas de colores. También aquí el peinado imita al de las mujeres de la zona: un rulo en la parte superior de la cabeza con trenzas laterales.
Termino con las muñecas angoleñas con las dos que se encuentran sobre estas líneas. La que veis a la izquierda está hecha sobre una mazorca de maíz con madera, tela, cuentas, cuerda, tachuelas, cadenas de metal y casquillos de bala. En el sur de Ángola, la propiedad de la muñeca pasa de la madre a la hija mayor y de esta a la menor. Cuando una joven se casa la muñeca recibe un nombre, el mismo que recibirá su primer hijo, momento en el que el juguete pasará a ser propiedad de la hermana menor. La de la derecha es una rama de árbol cubierta de arcilla, vestida con telas y adornada con cuentas de colores. Pertenece a los Kwanyama, pueblos pastores y agricultores.
A la izquierda, una muñeca proveniente de Botswana, realizada con pequeñas varas de caña envueltas en tiras de fibra y cubierta por cuentas de vidrio. Rematan sus extremos dos pequeñas calabazas circulares. Los brazos son dos tiras de cuero rematadas con cuentas y un cauri, moneda tradicional. La de la derecha es característica de Ghana, típica de los Ashanti, para los que el origen de estas imágenes se encuentra en la historia de Akua, una joven que no podía tener hijos. Consultado un adivino, le aconsejó que construyera un sustituto del niño en madera que debería ser tratado como un bebé de verdad. Cuando Akua apareció en el pueblo con el muñeco fue el hazmerreir de todos, pero pronto se quedó embarazada. Desde entonces se generalizó su uso. Si no producía el efecto deseado, la mujer lo conservaba siempre y era enterrada con él.
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