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martes, 8 de marzo de 2011
Celebrando a Céline
El 1 de julio de este año hará cincuenta que murió Louis-Ferdinand Céline, uno de los escritores fundamentales del siglo XX. Francia se proponía conmemorar la fecha, junto con el resto de efemérides de este año, hasta que el Ministerio de Cultura decidió sacarlo de la lista accediendo a la petición de Serge Klarsfeld, presidente de la asociación de hijos de deportados judíos, de que no se celebrase oficialmente a un antisemita. "El hecho de haber puesto su pluma a disposición de una ideología repugnante, la del antisemitismo, no se inscribe en el principio de las celebraciones nacionales", manifestó el ministro Miterrand. La polémica está servida.
Rescato de mi librería mi ejemplar de Viaje al fin de la noche, la edición realizada por Edhasa en 1983. Recuerdo lo que me impactó su lectura y al hojearlo compruebo que está lleno de subrayados y llamadas. Por ejemplo:
"Durante la juventud, a las indiferencias más áridas, a las granujadas más cínicas, llegas a encontrarles excusas de chifladuras pasionales y también yo qué sé qué signos de romanticismo inexperto. Pero, más adelante, cuando la vida te ha demostrado de sobra la cantidad de cautela, crueldad y malicia que exige simplemente para mantenerla bien que mal, a 37º, te das cuenta, te empapas, estás en condiciones de comprender todas las guarradas que contiene un pasado. Basta con que te contemples escrupulosamente a ti mismo y lo que has llegado a ser en materia de inmundicia. No queda misterio ni bobería, te has jalado toda la poesía por haber vivido hasta entonces. Un tango, la vida".
Y más adelante:
" La gran fatiga de la existencia tal vez no sea, en una palabra, sino ese enorme esfuerzo que realizamos para seguir siendo veinte años, cuarenta, más aún, razonables, para no ser simple, profundamente uno mismo, es decir, inmundo, atroz, absurdo. La pesadilla de tener que presentar siempre como un ideal universal, superhombre de la mañana a la noche, el subhombre claudicante que nos dieron."
Si rechazamos ensalzar la obra intelectual a causa de posicionamientos políticos o morales no va a quedar títere con cabeza. Mies van der Rohe, Günter Grass, Knut Hamsun, Heidegger pueden sumarse a la lista que encabeza Céline. Y dejaremos de celebrar la obra de Alberti o Neruda por su fascinación con el estalimismo?.
"Que la inhumanidad moral genera calidad literaria es una realidad" afirma Jordi Amat. "Y si solo es literaria es una suerte. La posibilidad de experimientar el mal a través de la literatura hace grande a esta última porque pulsa resortes del individuo que no son encomiables pero que existen. El antisemitismo de Céline es una forma de desprecio del otro, y pensar que nosotros no despreciamos a alguien es una ingenuidad. Una de las funciones de la literatura es enseñarnos hasta que punto el mal anida en nosotros."
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