Aquí los vemos retratados por Goya, de quien fueron protectores. La amabilidad con que son tratados por la paleta del pintor nos habla del afecto que este les profesaba. No hay más que comprobar la diferencia de tratamiento respecto, por ejemplo, a La familia de Carlos IV.
Aunque cuando visito los jardines se acaba de estrenar la primavera ( volveré más adelante, cuando árboles y flores estén en su apogeo), el paseo merece la pena. A los jardines se accede a través de una plaza circular donde en su día se celebraban corridas de toros. En el Paseo de los Duelistas, con dos esculturas que representan la distancia en la que han de colocarse estos para batirse en duelo, comienza el recorrido que nos llevará al palacio.
El Capricho cuenta con tres tipos de jardines clásicos: el parterre o jardín francés, el paisajista inglés y el giardino italiano. Delante de la fachada oeste del palacio se extiende el parterre, con sus setos recortados. Desconozco el nombre de este arbusto (quizá se trate de boj), tan utilizado en los jardines, pero en Asturias lo llamamos sanjuaninos. Me entusiasma su olor, me retrotrae a mi infancia. En la parte baja se sitúa el italiano, el espacio más antiguo de la finca, que mezcla los setos con rincones con árboles en los que tomar el sol en invierno o resguardarse a la sombra del sol veraniego. Cerca de éste, el laberinto, concebido para el juego amoroso y los escondites, está hecho con laurel y respeta los planos del que se plantó en vida de la duquesa. Por último, el resto del parque está concebido como un típico jardín paisajista inglés, evocando la naturaleza en su estado puro. Algunas zonas conservan un carácter boscoso, otras son praderas donde apetece tumbarse a ver las nubes pasar. Todo el jardín está salpicado de bancos de madera, aunque en muchos lugares se conservan los originales de piedra. En él abundan árboles del amor, olmos, almendros, encinas y lilos. Y pinares, donde los niños venían a recoger piñones. Ahora, el cesped está cuajado de margaritas.
El palacio -del que sólo se conservan las paredes- tiene tres plantas, rematadas por cuatro torreones. En el interior de la construcción se distribuían las dependencias del servicio pero también un majestuoso salón de baile, comedores, salones, una biblioteca que llegó a contar con 6.000 volúmenes, y las alcobas y gabinetes de los miembros de la familia. Gran impulsora de las artes, las habitaciones privadas de la familia estuvieron decoradas con obras de los más importantes artistas de la época de tal manera que El columpio, Las cuatro estaciones, La merienda campestre o La pradera de San Isidro de Goya, fueron pintados para las dependencias de la duquesa.
Cerca del palacio se encuentra el templete de Baco, una construcción de estilo clásico con planta ovalada, rodeada de doce columnas jónicas y situado sobre un promontorio que le convierte en uno de los parajes más románticos del jardín. En época de la duquesa aquí se encontraba una escultura de Venus, realizada en mármol de carrara, y el templete estaba cubierto por una bóveda decorada en su interior.
Antes de llegar al palacio, nos encontramos con la Exedra en la Plaza de los Emperadores, construida en 1834 por el nieto de Doña Josefa en homenaje a su abuela, y con la llamada Casa de la Vieja, una construcción que simula una casa rural, donde se reproducen objetos de labranza y donde se colocaron unos autómatas: una anciana, un niño y un joven bracero.
Recorre la finca un canal que rodea la Casa de Cañas, de clara influencia chinesca, donde se encuentra el embarcadero con un precioso trampantojo en el frente, representando la vista del templete de Baco a través de una ventana. Esta edificación se utilizaba como zona de descanso y merendero, y estaba ricamente decorado en su interior. Ante ella se abre un estanque con una isleta en medio y un salto de agua. Un lugar delicioso para hacer un alto en el paseo.
Si seguimos la trayectoria del canal nos encontraremos con el Casino de baile. Hasta aquí llegaban en chaluas y barcas los invitados a las recepciones que organizaba la duquesa.
Quizá la construcción más curiosa sea "el abejero", un auténtico palacio clasicista dedicado a la cría de abejas; un cuerpo central ochavado, ricamente decorado, conecta con dos alas laterales, las destinadas a las colmenas, rematadas con sendos pabellones. Me asomo a través de las láminas de las contraventanas y puedo ver el estuco de las paredes, las pilastras y la decoración de guirnaldas sobre las ventanas. Una preciosidad.
que hermoso palacio, y jardín!!! si hay algo que admiro de los españoles; es cuanto protegen su historia!!!preciosas fotografías y mirá vos che! que hermoso ha retratado Goya a los duques!!
ResponderEliminarUna delicia seguir tu paseo. Con tus apreciaciones, fotos y descripciones y consultando un plano de los jardines http://img194.imageshack.us/i/alamedadeosuna.jpg/ es fácil volver al pasado, perderse por los rincones e imaginar las fantásticas recepciones que organizaría la duquesa... que nostalgia de una época no vivida. Quizás hasta Baco y la pantera, ahora pétreos, comerían en carne mortal el racimo de uvas, sin saber que su destino sería ocupar el sitio de una Venus de mármol. Juntos para siempre, pero de piedra y en un templo sin techo.
ResponderEliminarMuchas gracias Eli, y muchísimas por tu comentario. Espero contar con muchos más. Un abrazo
ResponderEliminarHas provocado, una vez más, mis ganas de ver un lugar tan hermoso como el que en esta ocasión has descrito. Gracias por retratarlo.
ResponderEliminarQue hermoso lugar, el jardín es maravilloso.
ResponderEliminarSaludos,
Postes de madera