Escuchar a Beethoven supone para mi una inyección de alegría en vena. Mahler me conmueve hasta las lágrimas, Brahms me serena y me da paz, Sibelius me transporta y Beethoven me hace feliz. Así que estoy de enhorabuena: he escuchado, en dos audiciones consecutivas, la Sexta, la Séptima y el Concierto núm. 5 para piano. El "Emperador". Abrazaría a todo el mundo, incluyendo a la señora que cierra y abre la cremallera de su bolso sin solución de continuidad. Y me pregunto cómo un ser tan desgraciado como Beethoven ha podido crear algo tan lleno de vitalidad.
Me gustó mucho la Pastoral en manos de la Orquesta Nacional de Francia, que nos ofreció en la segunda parte del concierto una Consagración de la Primavera memorable. Pero la Filarmónica de Munich, bajo la dirección de Cristian Thielemann ha estado soberbia en su interpretación de la Séptima y el Concierto, con una maravillosa Hélène Grimaud como solista.
Os ofrezco el archiconocido Allegretto de la Séptima, dirigido por Von Karajan, de quien Thielemann fue asistente cuando contaba 19 años. Disfrutadlo.
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