"En toda la historia de las lecturas personales, los mejores libros no fueron aquellos que se entendieron del todo ni tampoco los que no se entendieron nada, sino aquellos que de vez en cuando no se entendían y que, en conjunto, sus páginas no venían a ilustrarnos como escolares sino a cortejarnos como amantes.
Hay escritores que posee ese don seductor y otros no por brillantes que parezcan o por esforzados que sean. De hecho, la cultura y el amor turbadores e importantes solo se encuentran en los sujetos y sus obras que no llegamos a poseer del todo. El mundo se considera más seguro de su progreso, más seguro de su avance cuanto siente que aprende entendiendo que no entendiendo o viendo y tocando que imaginando.
Sin embargo, lo que se instala en la memoria más fértil es el filo de una ausencia que brillaba oculta entre la pared del sentido y del sinsentido. Este habitáculo es el que ocupa con frecuencia la buena poesía moderna o esa estética que, como en el mejor arte abstracto, no trata de decirnos algo concreto. Nada exacto a través del pensamiento lógico sino algo incierto, la luz baldía del pensamiento demediado y en cuyas fisuras anida la lucidez del secreto."
Vicente Verdú, El País, 10 de Marzo de 2011
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