Luto por un personaje desconocido. La pintura de Caballero bebe de Zurbarán, de Goya, se hermana con Tapies, con Juan Gris, con Picasso en algunos cuadros. A mi me sobrecoge como pocos. Hay algo dramático en su pintura, un desgarro, un intento permanente de ahondar más y más.
A veces su pintura es amable, como esta Mesa en gris, pero siempre sobria, exacta, una belleza de volumen y color. O este precioso dibujo, Objeto musical. Pero a mi la que más me emociona es aquella en la que palpo su grito, su desgarro, esos trazos gruesos negros que parecen golpear la superficie del papel o del lienzo, la profundidad de sus círculos negros, las salpicaduras rojas, como sangre. Los dibujos dedicados a la muerte de Lorca me sobrecogen. Y aquellos en los que mezcla grafía china, un amontonamiento de signos. Más gritos.
"El tiempo se hace oquedad perpetua en los dibujos abstractos de Caballero, se entristece el tiempo de la desmemoria, nos abruma el desamor, se escucha la palabra pedernal y se acompasa el péndulo funeral del corazón mientras permanece vivo todavía el deseo del artista de yacer sobre el lecho candente de la noche. El alma azul y vegetal de José Caballero impregna esta exposición que persigue las huellas fugitivas del pintor por los caminos, a veces enloquecidos, en ocasiones devastados, de la libertad y la belleza" escribe Luis María Anson en el Cultural del diario El Mundo.
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