Paseo después de cenar por el barco. Los puentes, las cubiertas están desiertas. A estas horas la organización del crucero ofrece múltiples posibilidades de esparcimiento: varias salas donde jugar a las cartas, a las máquinas tragaperras, al bingo; una actuación musical en el teatro; varios conjuntos de música bailable en otras tantas discotecas; pubs para tomar una copa escuchando un piano, o un cuarteto de música clásica ... Tanta oferta me permite disfrutar de un casi solitario vagabundeo por el barco.
Hemos dejado atrás Estambul y nos adentramos en el Estrecho de los Dardanelos. Entre esta noche y mañana desandaremos el camino, volveremos a navegar por el Egeo, luego costearemos la península del Peloponeso y atravesaremos el Jónico y el Adriático, hasta Dubrovnik. Navegamos muy cerca de la costa, en el Estrecho. Casi se distinguen las sombras de las edificaciones, la costa profusamente iluminada.
A las 6.25 amanece, según nos informa el "programa de navegación", así que madrugo para poder ver el espectáculo desde la terraza de mi camarote.
Durante el resto del día leo, tomo el sol, escribo y miro el mar, del que nunca me canso.
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Muy buenoo!!!
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