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jueves, 16 de febrero de 2012

"Libro de familia", de Félix Grande


Hay libros que a veces por razones misteriosas se enzarzan a tu vida, quedan como hilvanados a tu camino y van creciendo contigo, apareciendo una y otra vez con nuevos mensajes, nuevos deslumbramientos. Libros que crecen a tu ritmo, que parecen bordear tus mismas grietas y mantener siempre un puente tendido. A veces incluso ocurre con el conjunto de la obra de un autor, que acompasa su ritmo al tuyo, acompañándote a través de los años. A mi me ha pasado con Félix Grande y Paca Aguirre, su mujer. Aparecieron en mi vida a través de las Rubaiyatas de Horacio Martín, un regalo lleno de intención de alguien a quien quería, un regalo que supuso mucho más que el goce de compartir la belleza de unos poemas. Luego yo regalaría el mismo libro con idéntica intención, y la obra de Félix formaría un bucle en mi vida al que se han añadido múltiples significados. Más tarde tuve la oportunidad de visitar su casa, conocer a Paca y gozar de su hospitalidad, su calidez y su enorme calidad humana. Y llegaron más libros, los que ambos han ido publicando a lo largo de estos años, y todos se han acoplado a mi vida como si su sitio les hubiera estado esperando.

Ahora le toca el turno a Libro de Familia, la última entrega de Félix, publicado por Visor. ¿Cómo hablar de un libro cuando se trata de algo tan íntimo, sin caer en la sensiblería? Tanto la obra de Félix como la de Paca comparten la cualidad de su desgarradora y luminosa autenticidad. Ninguno de los dos hacen juegos florales con el lenguaje, a veces me da la sensación de que ni siquiera pretenden hacer literatura. Simplemente, con las herramientas que tienen a mano (la lengua, y su maravilloso don de crear belleza a través de ella) manifiestan su verdad, para perdonar y ser perdonados, para amar y ser amados. Para comprender y ser comprendidos. Cuando la literatura es verdad se palpa, y Libro de familia rezuma verdad.

La mujer de mi vida
duerme lucha en la cama a tos partida, contra
su catarro septuagenario.
Amor mío cúrate cúrame.
Tu tos brama en el cráter de mi miedo.
Oh cráter de mi culpa.
¿En qué barranco de mi infancia
rodeé de perros tu inocencia, todos
rabiosos? Ah tus pulmones: mira
cómo señalan con su dedo neumónico hacia
mi pasado materno. Y ahora qué
con esa tos, esa tos juez, esa ventana irreparable
tan abierta como mis ojos, tan cerrada
como este nudo de perdón en la mitad del cuello?
(...)
Cúrate, Curra. Tengo
una sorpresa polifónica
temblando en canas para ti:
¿Te acuerdas de hace medio siglo?

Libro de Familia es un enorme canto de amor a la vida, a Paca, al flamenco, a Bach, a los hermanos Machado, a César Vallejo, a su madre, a Lorenzo Aguirre. Un libro hondo y conmovedor, que leí con el corazón sobrecogido y he dejado plagado de asteriscos, llamadas, subrayados y esquinas dobladas. Lo traeré a Mi casa en más de una ocasión.

(...)
Contempla todo esto, mujer de tu hombre.
Pongo a tus pies mi oferta de alegría,
lo que me queda por vivir, el arrepentimiento
agusanado, la gratitud florida. Tenme.
Pongo a tus pies lo que me queda.

Siempre fuimos más jóvenes que hoy:
nunca tan juntos. Nunca tan destino.
Éste era el premio. Y aquí está. Y ahora:
precisamente arrugamente ahora.
Nuestra vida reunida, cauterizada, entera: mírala.
Mírale la carita a la palabra Ahora:
cinco letras omnipotentes.
...Yérguete de la silla. Apóyate en mi brazo.
Ponte guapa, que estamos convidados
a una pizca de tiempo inmenso.

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