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miércoles, 22 de junio de 2011
Dublín
Fin de semana en Dublín. El tiempo justo para abrir la ventana, aspirar y degustar el olor y sabor de la ciudad, empaparte (de lluvia y de sensaciones), y volver. Casi verano en Madrid y casi invierno en Irlanda.
Nunca había pisado esta isla y, sin embargo, nada me resulta ajeno. Al bajar del avión y aspirar la primera bocanada de aire, es el olor a mi tierra el que invade mis pulmones. Y tras el olor, el color. La verde Irlanda, húmeda y fértil, esponjosa, pequeña e íntima, con esta luz tamizada bajo un techo gris, tan familiar para los norteños.
Paseo por Dublín como si siempre hubiera sido esta mi casa. Una ciudad alegre y colorista, volcada a la calle, de gente amable y bulliciosa. Cuando asoma un rayo de sol, las terrazas de los pubs se llenan de gente agarrada a sus pintas de cerveza (riquísima cerveza), medio descamisados, rostros rubicundos tendidos al sol. Llueve, escampa, llueve, y sigo recorriendo la ciudad, preciosas casas georgianas, pubs cada cinco pasos, puestos de flores, iglesias, parques. Primeras impresiones, primeras sensaciones. Aquí podría vivir y ser feliz.
Llego el 17 de Junio, un día después del Bloomsday, la fecha en la que se desarrolla la acción del Ulises, de Joyce. En otra entrada os contaré mi viaje literario por Dublín. Ahora solo un apunte para dejar constancia de mi excitación ante la esperanza de hallar un rastro de Joyce entre estas calles. Y hallé mucho más que eso.
Ver más sobre Dublín.
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Es una ciudad maravillosa, con un encanto muy especial, pero puede que te quedase pequeña muy pronto. Al final del día has pasado ante Molly Mallone ocho veces, has cruzado Grafton otras ocho, te has tomado media docena de pintas en Temple e inevitablemente has pisado el Penny Bridge en dos o tres ocasiones.
ResponderEliminarHay una película estupenda que se desarrolla en Dublín que si no has isto te gustará, "Once", con una banda sonora fantástica que consiguió un Oscar en el 2007. Su autor y protagonista de la película es un músico amigo de Claudia, Glen Hansard, el mismo que hace de mendigo en su minicorto "Clow".
¡Pero que bonito mamá! Siento tu delicadeza y tu emoción al leer estas notas. Me encanta que Dublín te halla traído de vuelta. ¡Que ganas de viajar juntas otra vez!
ResponderEliminarAhora mismo solo siento alegría y agradecimiento por esta vida mía. Por poder estar aquí, leyéndote, por vivir en Madrid cerca de los míos, por este hijo precioso, vital y estupendo que tengo. Alegría de vivir. Gracias mamá por haberme hecho el mejor regalo del mundo: la vida.
Querida Sol, gracias por compartir este viaje y tantas otras cosas. Nunca estuve en Irlanda, ni me gusta el Ulises de Joyce, ni siquiera U2, pero gracias a tu trabajo me pareció estar allí. Y me gustó mucho la frase: aquí podría vivir y ser feliz. Resume libertad, esperanza y ganas de seguir luchando.
ResponderEliminarun saludo desde el sur...
Gracias a los tres.Pater, por qué no haces una copia de la película y me la traes en tu próxima visita? Volveremos a viajar juntas, hija. Pronto. Y a ti Carlos, siempre tan generoso, un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarDe los poquitos sitios que conozco, porque tiene uno mu poco mundo, Dublín me dejó noqueado: por no tener nada y a la vez tenerlo todo, por ser de las pocas capitales aún a la medida de los humanos, en que todo parece a mano, por su Shannon sin pretensiones, sus puentes humildes, lo paeable y fresquita que es. Y eso que dices tan bien, sol pau, que huele a Asturias, a Galicia, a festiva calma.
ResponderEliminarSaludos blogueros
La describes divinamente. Una ciudad preciosa sin pretensiones. Qué nostalgia ...
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