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lunes, 6 de junio de 2011

El Centro Cultural Óscar Niemeyer de Avilés

Óscar Niemeyer, "el que se alimenta de sol", el genial arquitecto brasileño, discípulo de Le Corbusier, el creador de la ciudad de Brasilia, en agradecimiento por el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, otorgado en 1989, decide regalar a Asturias el proyecto de un Centro Cultural que, finalmente, se ha construido en la margen derecha de la ría de Avilés. Mis padres insisten en que, antes de que Asturias se convirtiera en un queso gruyere por mor de la minería del carbón, y esta villa en uno de los lugares más contaminados de España gracias a los altos hornos, Avilés era una villa preciosa, cuna del pintor Carreño Miranda y de Pedro Menéndez de Avilés, primer Adelantado de la Florida. Una ciudad culta y burguesa, volcada en el comercio marítimo, mirándose en la ría.













Mi actividad profesional se desarrolló en Asturias, y tuve ocasión de conocer a fondo las instalaciones de la antigua Ensidesa, hoy Aceralia. Me resultaban muy familiares sus instalaciones industriales, que ya entonces tenían un halo de arqueología industrial. Así que mis recuerdos de Avilés están ligados al tren de bandas en caliente, a los altos hornos exhalando bocanadas de nubes grises, al infierno que se escondía en el interior de sus instalaciones. Una Avilés de casas ennegrecidas, de calles tristes y aguas espumosas.













Me recibe una ciudad radiante y, en lo que fue un deshecho industrial, un espacio luminoso, abierto a la ría, diáfano, salpicado de unas construcciones de limpio y sinuoso trazado, brillando al sol. La amplitud que separa las edificaciones, destinadas a exposiciones, conciertos, encuentros gastronómicos, teatro, danza y cine, permite el esparcimiento en libertad de los visitantes: me cuentan que, los fines de semana, se llena de niños con bicicletas y patines, paseantes y grupos de jóvenes. Al fondo, aún se ven las chimeneas coronadas de humo. El siglo XXI frente al XIX.













Mente prodigiosa la de este anciano arquitecto capaz de idear unos espacios que deben más a la arquitectura del futuro que a la del pasado. Como me ocurrió en mi primera visita al Guggenheim de Bilbao, descubro un nuevo paisaje a cada paso, el espacio se curva, a veces sientes que estás en el interior de una escultura monumental. "No es el ángulo recto que me atrae, ni la línea recta, dura, inflexible, creada por el hombre. Lo que me atrae es la curva libre y sensual, la curva que encuentro en las montañas de mi país, en el curso sinuoso de sus ríos, en las olas del mar, en el cuerpo de la mujer preferida. De curvas es hecho el universo, el universo curvo de Einstein", afirma Niemeyer. Y, efectivamente, no vemos ni una sola línea recta. Incluso la decoración de interiores ha sido supervisada por el arquitecto.












Sobre la plaza, cuatro piezas independientes: el auditorio, abierto también al exterior para los conciertos al aire libre, con un aforo de mil personas, cuenta también con un club para las pequeñas actuaciones; la cúpula, un espacio expositivo diáfano de 4.000 metros cuadrados; la torre, mirador sobre la ría y la ciudad, cuyo interior veis en la foto de la derecha; y un edifico polivalente que alberga el Film Center, salas de reuniones y conferencias, la tienda y el bar.












En estas dos fotografías os muestro el interior del Auditorio, donde actuó no hace mucho Woody Allen con su banda de jazz, y la sala de exposición que estos días alberga una espléndida muestra de fotografías del cineasta, pintor y fotógrafo Julián Schnabel, de la que os hablaré uno de estos días.

¿No os recuerda los dibujos de Matisse esta mujer tumbada al sol, firmada por el arquitecto, que adorna una de las fachadas del Auditorio? Me cuentan que, cuando hace buen día, los jóvenes se tumban en el techo del edificio para hacer lo propio, solarium improvisado. Precioso dibujo.

Os ofrezco unas imágenes de Óscar Niemeyer hablando de su proyecto.


5 comentarios:

  1. Viva el universo curvo y todas sus formas derivadas. Aunque el mirador es muy parecido al que proyectó hace mas de treinta años en su Brasil, sigue mereciendo la pena, observar estos volúmenes en España tantos años después. Que lujo de espacios y formas, donde hasta hace poco, solo habia polución y suciedad. Ave Maestro.

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  2. Confieso que tras la primera vez que vi en televisión un reportaje abordando este proyecto y su realización, me quedé un tanto desconcertado porque no acertaba a apreciar, al menos en aquellas imágenes, la auténtica dimensión de este despliegue de formas. Ahora, gracias a ese especial objetivo de tu cámara, sólo tengo ganas de conocerlo in situ. Gracias una vez más por este derroche expositivo.

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  3. Gracias a los dos por vuestros comentarios. Es un lujo poder tener en España una muestra del enorme talento de Niemeyer. El Centro es una belleza y, lo que no es de menor importancia, totalmente abierto al disfrute ciudadano. Un abrazo a ambos.

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  4. inspirador el viejo, extraterrestre. mas que un matisse veo una cabezota de picasso, donde funciona de ojo la cabecita de la mujer. ahora me pregunto...¿y la crisis?

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  5. Buena pregunta, Carlos. Un abrazo

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