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jueves, 23 de junio de 2011
Los pubs dublineses
Llego a Dublín a mediodía, y nada mejor para el bautizo dublinés que este mítico pub de Duke Street, una pequeña bocacalle de Grafton Street, frecuentado por Joyce y donde el escritor sitúa al protagonista del Ulises tomando un sanwiche de queso gorgonzola y una copa de vino. Aquí hago mi primer almuerzo, aunque sustituyo el vino por una Guinness, a la que me aficiono rapidamente y de la que abusaré el resto del viaje. Este pub literario fue fundado en 1889 por el viticultor Davy Byrne. Comienzo, nada más llegar a Dublín, a dar satisfacción a mi mitomanía. A mi alrededor, rubicundos irlandeses entre los que me empeño en distinguir a Leopold Bloom.
A lo largo del fin de semana dublinés he visitado diferentes pubs, más o menos antiguos, tradicionales o modernos, pero todos ellos dotados de un encanto y una personalidad únicos. El pub es, a mi entender, uno de los mayores aportes que la república de Irlanda ha ofrecido a la felicidad comunitaria. Os hablaré de los que más me han gustado. La pinta de cerveza, maravillosamente tirada, excepcional en todos ellos.
The Long Hall es un pub tradicional de South Great George's, en el suroeste de la ciudad. A las siete de la tarde está lleno de parroquianos, charlando animadamente. Detrás de la barra, una fantástica colección de relojes antiguos.
O'Neill's, en la calle Suffolk esquina a S. Andrews St, muy cerca de Grafton Street, está considerado uno de los mejores pubs de Dublín para tomar un tentempié. Ahí cené un exquisito sanwiche de jamón con queso cheddar, además de la consabida Guinness. No cabía un alma. Por fin conseguimos una mesa en una de sus salitas, y desde allí compartimos con un público bullanguero y entusiasta un partido de la liga nacional de bádminton, entre el Dublín y un equipo cuyo nombre no recuerdo. Todo un espectáculo, tanto en la televisión como en el pub.
En Dame Court, una callejuela que parte de Dame Street, nos encontramos este precioso pub. Estaba desierto cuando llegamos después de comer pero, tras el amable y consabido "Yes, sire" un encantador camarero nos da conversación. Según nos cuenta, la cabeza de ciervo que preside el local pertenece a un animal cazado en Alaska en 1901. El pub es precioso, revestido de madera, con una espléndida barra de caoba y las vidrieras emplomadas originales.
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Por cierto, como de relojes no viven los dublineses, han esparcido por todas y cada una de sus "sraids"(calle en gaelico), unos maravillosos pubs, que es el mejor sitio del mundo para aprender a amar la Guinness.
ResponderEliminarNo puedo estar más de acuerdo. Riquísima cerveza.
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