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viernes, 17 de junio de 2011

"Quiero solazarme", a Antoine Watteau, de Pierre Michon

"En sus años mozos le pareció un intolerable escándalo que no fueran suyas todas las mujeres. Me explico -él no puede explicarse ya-: no era asunto de seducción; gustó, como otro cualquiera, a esas dos, siete, treinta o cien mujeres que a cada cual corresponden según sea su estatura, su rostro, su ingenio. No, lo que lo endemoniaba, por la calle, entre bastidores y en los comercios, en la mesa de todos cuantos lo recibieron, entre los príncipes y en los jardines, doquier pasan las mujeres, en fin, era el no poder disponer de una de ellas, la esposa del mecenas, una niña o una puta vieja, señalarla con el índice y que, en viendo ese gesto, acudiese y se brindase de inmediato, y que él, tendiéndola allí mismo o llevándosela a otro lugar, la gozase no menos de inmediato. Y me sigo explicando: no se trataba de obligarlas a nada, no; sino que ellas lo apeteciesen como él las apetecía, de forma indiscriminada y absoluta, de que ese deseo las privase de todo razonamiento, como también lo privaba a él, de que corriesen, en fin, espontáneamente hasta lo hondo del bosque y mudas, inflamadas, sin resuello, se aprestasen para que él las consumiese sin más rodeos. Eso fue lo que me dijo, efectivamente, aquella noche de julio, entre dos ataques de tos, y con mayor crudeza de la que pongo yo en narrarlo: quería tener bula; esa entrega múltiple a la que aspiraba se la debían, aunque no me dijo en pago de qué deuda, pero nunca la cobró y era deuda tan tremenda y de tal gran desfachatez que a él mismo le daba risa; nunca la reclamó; quería callar, quería que se le ofrecieran ellas en pago de ese silencio y ser la única mano en todos esos vestidos, sin más comentario que ese, chispeante como un lenguaje, de la seda remangándose en el instante enardecido. No cobró ni un escudo, por descontado, quería demasiado o demasiado poco. Quizá en eso era todos los hombres; mi estado no me permite opinar y, además vivo retirado."

Pierre Michon, Señores y sirvientes. Capítulo dedicado al pintor francés Antoine Watteau.

1 comentario:

  1. Qué mal escribe Michon, ¿no?

    Me gusta el blog.
    Y gracias por tener el mío por ahí.

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