"Ya alcanzada por ventura una provecta edad en la que cuesta esfuerzos épicos recordar nombres, títulos, fechas, personas y cosas que alguna vez creíste inolvidables, la memoria se empeña con motivos racionales o enigmáticos en ser instantánea y selectiva, evocadora y emocionada, ante imágenes, poemas, canciones, rostros, sensaciones, momentos fugaces que van a instalarse a perpetuidad en el consciente y en el subconsciente. Sintiendo aversión por todo lo que huela a impuesta o estratégica moda, a publicitada flor de un día, a los continuos inventos huecos del marketing, a estar en la onda que exige cada momento para que te concedan la prestigiosa etiqueta de enrollado, a veces me muestro ciego o despreciativo sin causa ante artistas nuevos que promociona infatigablemente el esnobismo, que pretenden hacerte sentir como un marciano si muestras tu ignorancia ante su supuesta o evidente trascendencia. Y en esa corte bendecida por el vanguardismo, tan cool ella, por supuesto que conviven el arte y la impostura, la adornada nadería y la futura condición de clasicismo, el fraude y la autenticidad, pero eso no evita la pereza inicial a descubrir y a consumir lo que dicta el mercado pretendidamente exquisito." (...)
Carlos Boyero, diario El País, 11 de Junio de 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario