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miércoles, 6 de octubre de 2010

Las Bibliotecas más hermosas del mundo


Las bibliotecas causan una impresión parecida a la que producen los recintos sagrados, inspiran en muchas personas, entre las que me encuentro, un sentimiento casi religioso. Son, entre otras cosas, lugares de recogimiento, un refugio donde hallar paz y silencio. Provocan un placer espiritual, pero también sensual, una excitación ante ese cúmulo de volúmenes que encierran pensamientos dispares, muchas veces planteamientos antagónicos, esa riqueza de miradas, de experiencias, de vidas. Libros como objetos de veneración.



























Dorothy Broderick, bibliotecaria norteamericana, sostiene que todas las bibliotecas deberían colgar en su interior un cartel que rezara: "Esta biblioteca puede ofender a cualquiera. Si no se siente ofendido por algo, por favor, pida el libro de reclamaciones". Abundando en la idea el diario Durham Morning Herald, de Carolina del Norte, Estados Unidos, publicó: "Por definición una biblioteca debería ofender en la misma medida que educar; por definición una biblioteca no pretende ser todo para todos, sino proporcionar algunos recursos a cada cual".

























Esta voluntad de ofender connota tolerancia y la intención de abordar los temas desde todos los puntos de vista. Si fuéramos capaces de tal cosa, dejaríamos de tener opinión? abandonaríamos ese afán de poseer criterio? No nos iría mejor?



















Os traigo algunas de las bibliotecas más hermosas del mundo, encabezadas por la de Coimbra. Después, de izquierda a derecha, la Biblioteca Palafoxiana de Puebla; la del Palacio Convento de Mafra, en Lisboa; la de La Haya; la de Santa Cruz; la del Monasterio de El Escorial, en Madrid; la del Monasterio de Admont, en Austria; la biblioteca del Trinity College, de Dublin; la George Peabody Library, en Baltimore; la Strahov Theological Hall; la Biblioteca Vaticana y la Wiblingen alemana.

1 comentario:

  1. Es verdad, es como entrar en una catedral. No sería capaz de leer en un sitio así, me quedaría pasmado mirando. Tocar uno de esos muebles, uno de esos libros produce una descarga por ahí, por el centro de la espina, como tocar un dibujo rupestre o el hueso de un antepasado

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