Creo que he asistido al concierto más emocionante de mi vida. Creo que es imposible más belleza, al menos yo no podría soportar más sin estallar. La magia de Abbado con la novena de Mahler en las manos no tiene calificativos. No sé qué dirá la crítica, pero creo que esta tarde, en el Auditorio, hemos tocado el cielo. Estoy aún conmocionada cuando escribo, me faltan las palabras. No podré olvidar esta tarde, lo que he sentido, a dónde me ha llevado la música. Abbado es más que un maestro, y lo que ha conseguido esta tarde, un milagro.
No he encontrado en YouTube una reproducción decente, de manera que os ofrezco lo mejor que tengo. Pero os aconsejo comprar la versión de Abbado dirigiendo a la Sinfónica de Berlín, ya que todavía no lo ha grabado con la Orquesta de Lucerna, colocaros unos cascos, cerrar los ojos y volad. Quizá os ocurra lo que a mi y os paséis el 4º movimiento llorando. De felicidad.
La fotografía es muy mala, pero quiero tenerle aquí, en mi blog. Una tarde memorable.
En el programa de hoy, Alberto Gonzalez hace un paralelismo entre Mahler y Mann, por la presencia de la muerte en sus obras, lo titula "El límite del mundo". Otros directores la dirigen in D y C, pero lo de Abbado de hoy, en Re Mayor para irse a la profundidad y al límite, no sé si del mundo, pero sí al de la música(o lo a parecido), es un regalo a Madrid y a todos los amantes de la música. Bravo Claudio, bravísimo.
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