El cerro de Santa Catalina domina el barrio de Cimadevilla de Gijón, y en lo alto del cerro, abrazando el mar, El Elogio del Horizonte, de Eduardo Chillida. Recuerdo la polémica que suscitó en Asturias su construcción, para la bienpensante burguesía asturiana Chillida no dejaba de ser un escultor revolucionario, tan lejos del realismo "de toda la vida", única expresión artística comprensible para tan tradicionales almas.
Adoro la obra de Chillida, quizá el más grande escultor de la segunda mitad del siglo XX en España. Hace no mucho tiempo viajé a San Sebastián y me conmovió profundamente El peine de los vientos, que hasta entonces no había tenido ocasión de contemplar. Os hablé de ese viaje.
Tanto la ubicación como la morfología de la obra vasca de Chillida aluden a la fuerza de la naturaleza más salvaje, a las furias del mar y el viento desatadas, y te quedas perpleja ante la apoteosis de su poder y su belleza. Un escenario excepcional para una obra de una fuerza brutal.
Lo que el Cerro de Santa Catalina inspiró al artista fue algo muy distinto. A diferencia de otros puntos del litoral asturiano, en los que la tierra se precipita al mar en brutales cortadas, el cerro se desliza dulcemente, tapizado en verde, para caer más tarde, y el horizonte se abre amplio, como una invitación, como un refugio.
Hace muchos años, recién colocada la escultura, subí al cerro y la fotografié mientras giraba a su alrededor, observando como se abría y cerraba, como dibujaba en el cielo espacios diferentes, encerrando el aire o liberándolo. Me enamoré de esta belleza entonces, y ahora que he tenido ocasión de volver diferentes días, a distintas horas, he querido compartirla con vosotros.
Que suerte tienes condenada. Te envidio por tu orbayu (pero que sea moderado), por la calle de la Soledad y su hermita, por la pescadería de Rosi y su gaviota (que seguro se llama Sol), por Cimadevilla entera y Sta Catalina, Chillida, El Musel, el cielo, el mar, etc, etc. Como te envidio Sol, pero como disfruto sabiendo que disfrutas y que nos tienes al día. Ahora un ratito para "el otro lado", que fué la primera vez que estuve en esa preciosa ciudad. Recuerdos muy especiales a la calle Doctor Hurlé muy cerca del parque y El Molinón, recuerdos al primer piso frente a la escalerona, a los jesuitas, Plza de los Martires y al Carreño.¡ah! recuerdo el nombre de la cafetería -LUIS- Sigue con las crónicas, son una bendición.
ResponderEliminarSí, todo sigue igual que entonces, excepto nosotros que somos más viejos. Gracias, querido mío, ojalá pudiérais estar los tres aquí. Un beso grande
ResponderEliminar