!!! Bienvenido ¡¡¡

Gracias por entrar. Antes de irte, echa un vistazo y comparte con nosotros. Nos interesa conocer todo lo que quieras compartir. ¿Has hecho algún descubrimiento deslumbrante? ¿Una película, un poema, un cuadro, un disco? ¿Una ciudad, un paisaje? Ábrenos una ventana y nos asomaremos.

jueves, 5 de agosto de 2010

Alonso Berruguete, lucha de titanes






















Aunque el siglo XVI es rico en maestros de la talla y la policromía, Alonso Berruguete se eleva sobre los demás, quizá con la excepción de Juan de Juni. Cuando en España todavía el arte estaba en manos de los artesanos, Berruguete se alza como el primer artista con conciencia de su genio creador, el primer revolucionario de la escultura. Hace saltar por los aires el hieratismo, lleva la expresividad al límite, todo lo sacrifica al movimiento. Renuncia a la belleza, rompe la armonía, retuerce los miembros y exagera el gesto hasta el paroxismo. Y logra insuflar vida a sus figuras, que parecen querer escapar de la esclavitud de la materia.

Él inaugura la tradición del artista moderno. Su furor creativo le valio la fama de melancólico saturnino, airado y mal acondicionado, que pinta terribilidades y desgarros.

Arriba os muestro dos de sus obras, San Sebastian y el Sacrificio de Isaac, ambos pertenecientes al monasterio de San Benito el Real, de Valladolid y, tras la desamortización de Mendizabal, al patrimonio nacional. Hoy forman parte de la colección del Museo Nacional Colegio de San Gregorio, de la misma ciudad castellana, que recoge una buena parte de la obra del escultor.





En el San Sebastian vemos el cuerpo del adolescente tenso de dolor, con las huellas de las flechas, retorcerse sobre el tronco al que ha sido maniatado con un ritmo serpenteante, brazos y piernas forzados en distintas direcciones. Pero, pese a la brutal agresión de la que es objeto, su rostro no denota mayor sufrimiento, quizá sí una expresión de triste melancolía.






No ocurre lo mismo en las caras de los protagonistas del Sacrificio de Isaac. Quizá esta sea la escena más brutal de la Biblia, cuando un terrible Dios exige a Abraham el sacrificio de su único hijo por amor a Él. Y aquí vemos al padre dispuesto a cumplir la orden, agarrando a su hijo por los cabellos mientras este, inerme ante él, parece implorar piedad. Y Abraham grita su desesperación. Su expresión es desgarradora, aún más que la de su hijo.

Brutalidad, desgarro, desesperación. La obra de Berruguete es un grito en manos de un maestro.

2 comentarios: