El domingo pasado los talibanes ejecutaron a una mujer a la que acusaban de adulterio. Después de propinarle 200 latigazos la asesinaron de tres tiros. Era viuda, y estaba embarazada. Los hechos ocurrieron en la provincia de Badghis, al noroeste de Afganistán, provincia donde están desplegadas las fuerzas españolas. Su nombre era Bibi Sanubar. La sometieron a un juicio sumario: el mulá Mohammed Yousif la juzgó, la condenó y la ejecutó.
El jueves asesinaron a 10 trabajadores de una organización humanitaria cristiana, acusados de tratar de evangelizar a la población. Más crímenes a sumar a una larga lista, todos en nombre de Dios.
No es el mulá quien la ha "juzgado", condenado y cobardemente matado, es la mula criada en el exceso y abuso de las religiones. Que vergüenza global.
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