Poco a poco van desapareciendo las alfarerías en España, y se va perdiendo un oficio antiquísimo que no solamente nos aportó útiles imprescindibles para la vida doméstica de generaciones, sino también unos objetos artesanales en ocasiones de gran belleza, hoy en manos de coleccionistas.
La llegada de la loza y la porcelana, y más adelante del plástico, fueron relegando al olvido las antiguas vasijas, jarras, cacerolas y un largo etcétera de objetos de barro de los que nos servíamos. En el mejor de los casos sobrevivía algún pequeño taller que surtía a viajeros y turistas.
Uno de estos días cerrará el último taller de alfarería que permanecía activo en la localidad de Faro, en Asturias, desde 1944. José Manuel Vega, su propietario, se jubila. Durante años han salido de sus manos piezas de una gran calidad y belleza. Yo tengo una especial predilección por su cerámica negra, que a partir de ahora será mucho más difícil de conseguir. Todo, a mayor gloria del plástico.
Cuando un amigo se va queda un espacio vacío que no lo puede llenar la llegada de otro amigo. Cuando un amigo se va queda un tizón encendido ...
ResponderEliminarAcá ni eso...Se apararán los hornos.