Juan Rulfo, fotógrafías

"Vine a Comala porque me dijeron que aquí vivía mi padre, un tal Pedro Páramo". Así comienza uno de los libros más deslumbrantes de la literatura hispana, Pedro Páramo, de Juan Rulfo. Y continúa más adelante: "Era ese tiempo de la canícula, cuando el aire de agosto sopla caliente, envenenado por el olor podrido de las saponarias. (...) En la reverberación del sol, la llanura parecía una laguna transparente, deshecha en vapores por donde se traslucía un horizonte gris. Y más allá, una línea de montañas. Y todavía más allá, la más remota lejanía".
















"Las más remota lejanía ..." Nada hay más allá, nada más abrumador por inalcanzable. Cuando Juan Rulfo toma la cámara y fotografía su tierra, va tras esa llanura deshecha en vapores, tras la línea de las montañas, en la más remota lejanía?
















"Ahora estaba aquí, en este pueblo sin ruidos. Oía caer mis pisadas sobre las piedras redondas con que estaban empedradas las calles. Mis pisadas huecas, repitiendo su sonido en el eco de las paredes teñidas por el sol del atardecer". Un pueblo muerto habitado por muertos. Será la de la derecha la mujer que vio aparecer durante unos instantes por una bocacalle, envuelta en su rebozo?


Juan Rulfo creció en el pequeño pueblo de San Gabriel, villa rural dominada por la superstición y el culto a los muertos, y sufrió allí las duras consecuencias de las luchas entre familias. Su padre fue asesinado. Esos primeros años de su vida habrían de conformar en parte el universo desolado que Juan Rulfo recreó en su obra. Tanto en la literaria como en la gráfica, según comprobamos en esta selección de imágenes que forman parte del libro 100 Fotografías. Imágenes de un realismo descarnado pero impregnadas de ese elemento onírico que empapa su obra.