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viernes, 7 de enero de 2011

Paul Bowles, Miquel Barceló, "Muy lejos de casa"


"Pensando que alcanzaría a ver Gargouna, subió hasta la cima de una colina de arena, pero solo logró ver matorrales un poco más altos. Tenía vivos deseos de ver el caserío; podía imaginarlo: un grupo de chozas circulares bastante apartadas unas de otras, cada una con un espacio despejado alrededor, donde los pollos picaban en la arena. Torció a la derecha, hacia donde las dunas se hacían más altas, y siguió un sendero impreciso que las circundaba. Había pequeños valles entre las dunas, algunos de ellos muy profundos. Las crestas de las dunas parecían correr todas paralelas, de modo que era difícil pasar de una a otra sin descender para luego volver a subir. Un poco más adelante había una duna que dominaba las otras, y desde la cual - Anita estaba segura- se podía divisar el camión que aguardaba en el camino. Llegó a lo alto de la duna y se detuvo, casi sin aliento. Con los prismáticos, comprobó que el camión seguía allí. A la izquierda, en la lejanía, se veía un grupo de árboles sin hojas. Supuso que el caserío estaba por aquel lado. Entonces, mientras examinaba una depresión entre dos dunas, percibió algo que aceleró sus latidos, una absurda escultura de esmalte bermellón y metal cromado. Había un cantizal allá abajo; la moto había patinado, lanzando así hacia las rocas los torsos tostados por el sol. El artefacto estaba retorcido de manera grotesca, y los dos cuerpos entreverados estaban salpicados uniformemente con sangre. No estaban en condiciones de pedir auxilio. Yacían inmóviles en el declive, invisibles a quien no estuviera exactamente donde ella estaba. Dio media vuelta y bajó corriendo por el costado de la duna. "Monstruos", dijo en voz baja, pero sin indignación".


Unos días antes, estos dos jóvenes moteros norteamericanos habían estado a punto de atropellarla, mientras hacían el gamberro asustando a los aldeanos. Anita, presa de un ataque de ira, les lanzó una maldición. Una Anita desconcertada y atemorizada ante una tierra y una cultura desconocidas, donde recaló con la esperanza de superar su separación matrimonial refugiándose en la casa alquilada por su hermano, pintor, a orillas del Níger.






















Se trata de Muy lejos de casa, considerada como la quintaesencia del depurado estilo narrativo de Paul Bowles. Una pequeña narración espléndida, en el que el escritor trata, como en toda su obra, la confrontación entre dos civilizaciones, en este caso la occidental y la del África ecuatorial negra de habla francesa. Pero es bastante más. Habla de prejuicios, del miedo a lo desconocido, del mundo de los sueños, de las fronteras entre lo real y lo imaginado. La acción se desarrolla en Gao, Malí, cerca del río Níger. Mi ejemplar está editado por Seix Barral en 1993 y, además de contar con la magnífica traducción de Rodrigo Rey Rosa, discípulo de Bowles y a su vez escritor, se ilustra con un conjunto de dibujos de Miquel Barceló, dos de los cuales reproduzco sobre estas líneas. La novela está inspirada en la estancia de Barceló en Gao, que impresionó a Bowles, amigo del pintor y, como él, un enamorado de África.


Entre enero y febrero de 1988 Miquel Barceló viaja a África por primera vez y queda fascinado por el continente negro, hasta el punto que desde hace tiempo tiene fijada en Malí una de sus residencias. En la fotografía os muestro al pintor ante la construcción que le sirve de estudio en aquel país.

En abril de 2010 CaixaForum organizó una fantástica exposición de la obra de Barceló, con cuyo comentario nació este blog. Entre las piezas expuestas estaban una colección de obras en papel, realizadas en técnica mixta, con África como protagonista. Me las hubiera llevado todas. Una locura de luz, de expresividad, de colorido. Deslumbrante Barceló. Entre ellas, un conjunto de pinturas realizadas en Mopti, una ciudad de Malí situada entre Tumbuctú y Segú. Cuenta Barceló que realizó estas acuarelas desde la misma esquina, cerca de la mezquita, en el corazón del viejo Mopti. "Yo pintaba en una terraza, a tres o cuatro metros del suelo, lejos de los niños y las moscas. Una esquina. Mañana y tarde". La acuarela que veis a continuación pertenece a este grupo.

Nada más fácil que enamorarse de África. Y cuando una obra, sea pictórica o literaria, es capaz de hacérmela sentir, mi total agradecimiento.

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