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jueves, 20 de enero de 2011

Las niñas de Vogue

Una vez más el trabajo de un fotógrafo de moda ha desatado la polémica. La revista de moda Vogue París ha publicado en su número de diciembre un reportaje, realizado por Tom Ford, en el que unas niñas de siete años lucen modelos de Versace y de Ives Saint Laurent, joyas de Bulgari y Boucheron, zapatos de tacones vertiginosos de Lauboutin y Balmain. Muy pintadas, adoptan posturas de mujeres adultas y miran fijamente al espectador. Juegan a ser mayores, como hicimos todas las mujeres en la infancia, entrando a saco en la bolsa de maquillaje de nuestras madres, en sus cajones y armarios.

Parece ser que la publicación de estas fotos le ha costado el puesto a la directora de la revista, Carine Roitfeld, tras escandalizar al presidente de LVMH, Bernard Arnault (no sé lo que significan las siglas, pero deduzco que debe ser un grupo empresarial muy poderoso), principal anunciante de la revista.


Este asunto me ha traído a la memoria un cuento que leí hace tiempo, y me impresionó. Su título es Tobogán y forma parte de Crónicas del Madrid oscuro. Una mirada al subterráneo, un compendio de narraciones cortas de Juan Madrid editado en 1994 por El País Aguilar. Os lo recomiendo. Con una prosa directa e inmisericorde, Juan Madrid hace un recorrido por lo que oculta una gran ciudad, por los subterráneos de una sociedad política y moralmente "correcta". El cuento comienza así:

"Susanita era la que mejor se deslizaba por el tobogán de la plaza del Dos de Mayo. También se tiraban la mar de bien Pedrito, Josema y Eva, pero Susanita era diferente. Susanita era gordita y ya se le notaba la cintura y los abombamientos en el vestido más que a ninguna otra niña. Juan Luis, el de la tienda de ultramarinos, se ponía debajo del tobogán y la miraba. Los niños de la plaza le llamaban "cuatro ojos".

- Hola guapa- le decía a Susanita-. Qué vestido tan bonito llevas.
- Me lo ha comprado tía Matilde en las rebajas y dice mi mamá que no tengo que mancharlo.

A Juan Luis le gustaba limpiarle el vestido a Susanita. "

Podéis imaginar cómo termina el cuento. Cuando le comenté a Juan Madrid cuánto me había trastornado su lectura me dijo, con esa brutal ironía que todo lo desnudaba: "Es que las niñas van por ahí con las faldas cortas, enseñando las bragas...". Y luego, con infinita desolación: "Hay que sacar a la superficie lo que vive en las cloacas".

Todo esto recordé. Y me pregunto: no es la mirada criminal y/o enferma la que ensucia cuanto mira? Otro tema es la utilización de niños como mercancía u objeto publicitario. No existe una legislación al respecto?

5 comentarios:

  1. A mí me parece fatal, sol pau, fatal, que se use a niñas sexualizadas como mayores para hacer publicidad de una marca elitista (rompen en ellas y en las de verdad que las ven la cadencia natural de las cosas): ¡Teniendo ahí a mano el posado de las bellas ministras que conocimos!
    Un cordial saludo

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  2. Entiendo tus razones pero, cómo es posible sexualizar a una niña de siete años por muy disfrazada que esté? Yo no lo concibo, por eso hablaba de "las miradas". Cosa diferente es su utilización como objeto publicitario.
    Como siempre, gracias.

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  3. Pues, es que en la fotos que pones, mari pau, tienes la respuesta: si a una niña le pintorrojeas los labios, le haces adoptar poses no infantiles, la pones peinados y atabales de modelo,y la adornas con miradas frontales y de adulta, el resultado es una lolita, que ahora quiere rebajársele la edad hasta los siete.De hecho es que la pose pies en alto es que es mimética a la de Kubrick. No todo el "sentido" de una imagen puede estar en la mirada del que lo recibe. Me parece absurdo pretender que es mi mirada viciosa la que construye una perversión donde no la hay. Esas imágenes, como todas, llevan implícita una propuesta. No, yo no creo estar enfermo por decodificar una apelación sexual en esas imágenes. Peor, a mi juicio, está quien pone en juego ese mensaje y los padres de las niñas que lo permiten.

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  4. Puede que tengas razón. En cualquier caso, muchas gracias por tu comentario.

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  5. Todos conocemos como Vogue utiliza la publicidad para sus productos. Buscar el escándalo y la polémica es una estrategia publicitaria. El uso de niños o niñas, lolitos, lolitas, va dirigido a un tipo de hombres, o a ese lado oscuro de muchos hombres. El juicio moral, la pederastia a secas, está incluida en esta estrategia. Nos rasgamos las vestiduras por un anuncio que dentro de unos días no recordará nadie, como no recuerda nadie a las niñas de cualquier burdel tailandés. Entre estas dos situaciones hay un curioso paralelismo. La diferencia es que a las niñas del anuncio nadie las va a violar.
    No me gusta el anuncio pero tampoco me escandaliza. Lo otro sí.

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