!!! Bienvenido ¡¡¡

Gracias por entrar. Antes de irte, echa un vistazo y comparte con nosotros. Nos interesa conocer todo lo que quieras compartir. ¿Has hecho algún descubrimiento deslumbrante? ¿Una película, un poema, un cuadro, un disco? ¿Una ciudad, un paisaje? Ábrenos una ventana y nos asomaremos.

jueves, 6 de enero de 2011

El geógrafo, de Vermeer, en el Guggenheim de Bilbao

Este maravilloso cuadro que veis es El geógrafo, la "joya de la corona" de la colección de pintura holandesa y flamenca del Städel Museum de Frankfurt, que se puede contemplar estos días en el Museo Guggenheim de Bilbao. Más adelante os hablaré de esta muestra, que cuenta con otras obras magníficas. Hoy me gustaría centrarme en esta y en otra con la que tiene grandes similitudes, El astrónomo, custodiado por El Louvre y que os muestro a continuación.

La concepción de los dos cuadros es muy similar. Vermeer eligió para ambos la misma habitación, que también utilizó para otros, seguramente una estancia de su propia casa. La ventana, por donde entra el mismo haz de luz, iluminando el rostro de los dos hombres y la pared del fondo, incidiendo de igual forma en los objetos sobre la mesa. La habitación parece confortable y ambos son dos científicos muy parecidos físicamente. Algunos expertos sostienen que son un autorretrato del pintor, otros que uno de sus hijos fue el modelo. Ambos tienen el pelo largo, recogido tras la oreja, y los dos visten un manto hasta los pies, parecido a una toga, desde luego no la ropa con la que en la época se solía estar en casa. Este atavío les confiere singularidad, quizá una forma de abundar en su carácter de hombres de ciencia. El astrónomo parece comparar los datos que se encuentran en el libro que está sobre la mesa con las constelaciones del globo celeste, en el que los expertos han reconocido a la Osa Mayor, el Dragón, Hércules y la Lira. También se ha podido identificar el libro: se trata de Sobre la investigación y observación de las estrellas, de Adriaen Metius. Junto al libro, un astrolabio.

También el geógrafo está rodeado de los objetos propios de su oficio: un compás para comprobar las distancias, una escuadra sobre el taburete, un globo terráqueo sobre el armario y un mapa sobre la pared del estudio. Tanto la riqueza de sus ropajes como la calidad del tapiz que ambos han apartado sobre la mesa, el emplomado de las cristaleras, la calidad de los armarios y los azulejos de Delft que forman el rodapié nos hablan de que ambos pertenecen a la alta burguesía.

Comparten también esa maravillosa sensación de intimidad y de quietud que Vermeer confiere a todas sus obras. Pero, mientras que al astrónomo parece que le hayamos sorprendido en plena comprobación de unos datos, el geógrafo se nos muestra en el momento en que ha levantado la vista de su quehacer y mira abstraído por la ventana. Junto con el cuadro La casa de la alcahueta, El geógrafo y El astrónomo son las únicas obras fechadas por Vermeer, ambos en 1668. Los dos lienzos fueron concebidos como pareja y permanecieron juntos hasta 1729.

Hasta mediados del siglo XVII dedicarse a estudiar las estrellas era una actividad "de alto riesgo", ya que se consideraba un atentado contra el orden sagrado de Dios. Pero, en la época en que Vermeer pinta sus cuadros, las cosas están cambiando. Luis XIV había mandado construir un observatorio astronómico en París y Newton había perfeccionado el telescopio inventado en 1663 por James Gregory. Situar los planetas era un asunto imprescindible para la navegación y, por tanto, para el comercio. Sin embargo el astrónomo trabaja en el interior de una habitación, no utiliza el telescopio lo cual indica que muy probablemente se dedicara a la astrología. En aquella época, el paso de esta hacia la astronomía aún no tenía los límites muy precisos. Eso hace pensar a los expertos que, en realidad, trabajara sobre horóscopos, como también parece indicar el cuadro colgado de la pared, donde se representa el hallazgo de Moisés, cuyo nacimiento estaba considerado entonces la prefiguración del nacimiento de Cristo. Para la época, entre ambos hechos existía una relación cosmológica.

Los expertos sostienen que Vermeer utilizó una cámara oscura para la realización de estos cuadros, lo que correspondería con su interés por trasladar al lienzo instrumentos científicos. En el Museo Guggeinheim han reproducido una de estas cámaras, en la que muestran al visitante el modo en que el pintor la utilizaba para su trabajo. La composición espacial; el tapiz desplazado hasta muy cerca del observador que coloca a la figura en el plano medio del cuadro; los contornos difusos de los puntos de luz y la secuencia lineal de la profundidad parecen dar fe de ello.

4 comentarios:

  1. La fecha del cuadro es muy significativa. Sólo 6 años antes, Joan Blaeu publicó el libro más fascinante, caro y deseado del siglo XVII, su "Atlas Maior", la obra cumbre de la escuela cartográfica holandesa.
    Pero detrás hay una historia de competencia apasionante y trágica.

    Unos 20 años antes, Joan Blaeu y Jan Jansonius se convierten en los últimos miembros de dos sagas familiares que competían por el monopolio del arte cartográfico. Todo valía… el plagio, el robo. Enviaban emisarios para conseguir el mapa más reciente del más exótico país, esperaban en los puertos la llegada de expediciones de lejanos mares para ser los primeros en conseguir las últimas cartas náuticas, copiaban sin pudor a antiguos cartógrafos… todo valía. Acaudalados burgueses, enriquecidos al socaire de su emprendedora nación, estaban dispuestos a pagar fortunas por esas maravillosas colecciones de mapas, que más que documentos científicos, eran ahora objetos decorativos que prestigiaban a sus poseedores.

    En 1658 Jan Jansonius pensó que había ganado la partida al publicar su monumental "Novus Atlas absolutissimus". Más de 500 mapas incluyendo la descripción de países, mares y ciudades. Pero Blaeu no se rindió. Empleó todos sus recursos para conseguir el atlas definitivo. Su imprenta llegó a ser la mayor del mundo. Empleó toda su fortuna en un ejército de tipógrafos, grabadores, encuadernadores, así como de mujeres y niños que coloreaban a mano sus mapas. En 1662 vio la luz su "Atlas Maior". Más de 600 mapas coloreados uno a uno. Durante 100 años iba a ser el atlas definitivo. Jan Jansonius se supo derrotado y moriría dos años después.
    Pero la fortuna también se volvió en contra de Blaeu. En 1672 arde su imprenta… miles de mapas impresos. Y sobre todo las valiosas planchas de cobre con las que se imprimían los mapas.

    El cuadro de Vermeer es 4 años anterior a esta irreparable perdida. Holanda estaba en su apogeo como primera potencia cartográfica mundial.

    ResponderEliminar
  2. Fantástico tu comentario, Jan. Muy interesante e ilustrativo. Los echaba de menos en el blog. Bienvenido, y muchísimas gracias.

    ResponderEliminar
  3. Hola, soy de San Pedro, Buenos Aires, Argentina y hoy justamente he recibido un correo de un amigo que vive en Bilbao y me ha comentado que el Géografo ha estado en su ciudad. Son cuadros que ayudan a descubrir un mundo riquísimo y como sin menos tecnología lograban cosas increíbles y muy duraderas, realmente nos han dejado patrimonios invalorables, sobre todo en los testimonios de vida.Me gusta lo escrito en el comienzo y lo comparto, porque también me importa aprender, descubrir en el otro ese misterio que lo hace único. Un abrazo, Matilde Carreras

    ResponderEliminar
  4. Una belleza de cuadro, estoy de acuerdo. Gracias por tu comentario, Matilde, espero contar contigo en más ocasiones. Un abrazo

    ResponderEliminar